El resurgir de la ultra-derecha
Cada uno tiene sus ideas, ideas que ha ido madurando mejor o peor con el aprendizaje de la vida. El famoso «Yo soy yo y mis circunstancias» de Ortega y Gasset. No vive lo mismo un señor que vive en una urbanización privada de lujo que uno que vive en las 3000 viviendas. Y esas vivencias distintas nos van moldeando el carácter y el pensamiento. ¿Hasta ahí todo bien? Sigamos.
¿Qué más nos moldea el pensamiento? La información que recibimos. Sea en el cole, nuestros padres, nuestros hermanos, amigos… Sea en los medios de comunicación, en Twitch, Youtube o Instagram. Es información externa que también nos molea el pensamiento. El famoso «Soy lo que hago con lo que hicieron de mi» de Sartre. Sea como fuere, nos gusta nuestra forma de pensar. Llevamos toda la vida con ella ¿Como no nos va a gustar?
Por eso, a partir de cierta edad sólo los medios en los que ya confiamos nos moldean el pensamiento. Si llevas toda la vida leyendo «El periódico de Pernambuco» es que te fías y si te lo cuentan en ese medio más o menos te lo crees. O ese presentador que lleva toda la vida dando el telediario, el que me contó aquel suceso tan terrible que ocurrió en Kuala Lumpur ¿Como no me voy a fiar?
Pues bien, esos medios han cambiado. No, no es que antes fueran de izquierdas. Pero han ido virando a la derecha después de la «crisis» de 2008. De aquel «vamos a refundar el capitalismo» de Sarcozy. Los grandes poderes le vieron las orejas al lobo y empezaron un trabajo concienzudo: comprar todos los medios de comunicación (incluídos muchos influencers y divulgadores de redes sociales) y hacerlos virar poco a poco a la derecha. ¿Cómo? Aprovechando el exceso de información.
Hablemos de lo guapo que es Albert Rivera y de como Pablo Iglesias está financiado por Irán. ¿No me crees? Espera, que te lo demuest ¡Oh, un golpe de estado en Kuala Lumpur! ¡Vaya!, ¿De qué hablábamos? Ah sí, Pablo Iglesias y Venezuela, qué horror. ¿Que tampoco te lo crees? ¿Pero qué más pruebas quieres? Mira mis pruebas irrefutabl ¡Vaya, un atentado islamista en Cambrils! ¿Se puede justificar el casoplón de Pablo Iglesias con el dinero de Corea del Nor ¡COVID, hay COVID!
Y tú, querido lector, que estás escuchando a tu locutor de radio favorito, te vas quedando con su «información». Pablo Iglesias mal, Kuala Lumpur. Pablo Iglesias mal, atentado islamista. Pablo Iglesias mal, COVID. ¿Hay pruebas de que «Pablo Iglesias mal»? No, pero algo habrá hecho, que se lo he oído mil veces a mi presentador querido.
Pongo el ejemplo de Pablo Iglesias porque es muy claro y reciente, pero ha habido muchos ejemplos parecidos. Demonizar sin demostrar y que quede el recuerdo en el imaginario colectivo. Tú ya tienes metido en la cabeza que «Pablo Iglesias mal» y así con otros muchos temas. MENAS, impuestos son un robo, inmigrantes son delincuencia, los okupas…
Entonces llega ese amigo tuyo, el que lee medios alternativos y se piensa que está enterado de las cosas. Te explica, porque tiene mucha paciencia, que lo de Pablo Iglesias es un montaje, que los MENAS esto, que los impuestos son necesarios (esto antes lo creías, pero ya no porque roban), etc.
¿Le crees? No claro. Porque a ti te gustan tus ideas y ese amigo tuyo tan pesado te está llevando la contraria. Es una forma de sesgo de confirmación. El sesgo de confirmación es (vía wikipedia): «la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias o hipótesis, dando desproporcionadamente menos consideración a posibles alternativas»
En el caso que nos ocupa, tendemos a no creer o a menospreciar los argumentos del que nos lleva la contraria. Como en la alegoría de la caverna de Platón, donde los prisioneros sólo ven sombras y están obligados a creer que esas sombras son la realidad. Cuando se les obliga a darse la vuelta y ver los objetos reales, reniegan de ellos y quieren volver a ver las sombras porque es lo que ellos creen real.
Además, aunque ese amigo tan raro (cada vez más raro y por tanto más solitario en sus argumentos) te convenza de alguna cosa, al día siguiente saldrá otra noticia en la que se hable otra vez de como la inmigración es inseguridad, de como los okupas se quedan en tu casa o lo que sea. Tendrás tu ración de noticias de esos medios en los que confías, ese trabajo de alienación que decían Rousseau o Marx.
Lo que nos lleva al siguiente paso, la banalidad del mal.
La banalidad del mal es un mecanismo muy humano terrible. Si nos dicen que debemos hacer daño a alguien, diremos que no. Pero si nos dicen que es nuestro trabajo (por ejemplo para un experimento) hacer daño a alguien, lo asumiremos.
Este concepto fue puesto negro sobre blanco por Hannah Arendt en su libro Eichmann en Jerusalén.
En este libro cuenta como siendo periodista del New Yorker detuvieron a Eichmann, un burócrata de la Alemania Nazi y lo llevaron a Israel a ser juzgado (una historia con muchísimas ilegalidades y temas turbios, os la recomiendo).
Allí se le fue interrogando y él se escudaba en que «únicamente era su trabajo». No era un psicópata sanguinario, un hombre con un intelecto especial para el mal. Era un burócrata, un funcionario al servicio del estado y a él le dijeron que tenía que organizar los trenes de que iban desde los guetos a los campos de concentración. Los llamados «trenes del holocausto».
Y así, lo que hace unos años era un señor que no se metía en política, se ha ido convirtiendo en un señor de ultra-derecha que no se mete en política:
No está a favor de golpear a homosexuales, pero si no fueran dando el cante no les pasaría.
No está a favor de dejar morir a los inmigrantes en los cayucos, pero no pueden venir a España a delinquir.
No quiere, pero…
A esas personas sólo les falta un pequeño empujón para ser fieles «trabajadores de los ultra-derechistas».
Hay más, hay mucho más. Hay técnicas de cosificación, de transposición, etc. Leer y entender los principios de Goebbels puede hacer mucho bien para que no te pillen por ahí. Sed críticos, queridos míos. Sed críticos con toda la información que os llegue.
Post basado en hilo de @leviatar vía Mastodon