El futuro de la Unión Europea
Estos días el mundo plutocrático de Bruselas está revuelto porque uno de los suyos, el ex director del Banco Central Europeo, Mario Draghi, presentó el día 8 un plan de ni más ni menos que 400 páginas para «evitar la agonía de Europa» (sic). Se llama «El futuro de la competitividad europea».
No nos quepa la menor duda que se convertirá en las «recomendaciones» que todo el mundo pondrá en marcha. Pero antes de entrar en lo que este tipo recomienda, hay que hacer un análisis de la situación a la que se ha llegado: Europa como un actor secundario a nivel geopolítico, un simple y dócil vasallo de EEUU.
Draghi parte de un análisis en el que tiene que reconocer «un drástico empeoramiento de todos los factores clave para hacer de la UE un sujeto autónomo y central en la escena internacional», pero lo hace como los magos: utilizando el ilusionismo para no ver los trucos del por qué de ese «drástico empeoramiento».
El principal de esos trucos es no mencionar a los responsables, es decir, principalmente EEUU y el vasallaje de los países que, hasta no hace mucho, iban de «motores» de Europa: Alemania y Francia.
Siempre se ha pensado que esta gente no tenía sentido del humor, pero sí, lo tiene. Una muestra:
Con la normalización de las relaciones con Rusia, Europa ha podido satisfacer su demanda de energía importada gracias a los grandes gaseoductos que abastecían alrededor del 45% de las importaciones de gas natural de la UE en 2021. Pero esta fuente de energía relativamente barata ha desaparecido, lo que supone un coste enorme para Europa. La UE ha perdido más de un año de crecimiento del PIB y ha tenido que redirigir enormes recursos fiscales hacia subsidios energéticos y la construcción de nuevas infraestructuras para la importación de gas natural licuado.
Supongo que os estaréis riendo, o estaréis con la boca abierta por el truco empleado para no ver por qué «esta fuente de energía relativamente barata ha desaparecido», porqué Europa «ha perdido más de un año de crecimiento» y, lo más gracioso de todo, que reconoce los subsidios dados a las empresas energéticas (¿pero no eran los subsidios la razón principal para las sanciones a China por los vehículos eléctricos?). Bueno, esto es Occidente, esto es Europa, estos son los valores occidentales.
Todo el crecimiento, el bienestar, el todo eso, se debía al gas ruso, pero ahora ya no hay gas ruso. ¿Por qué? Misterio. ¿Sanciones? ¿Qué es eso? ¿Dónde están? Y lo más hilarante: ¿quién voló el gaseoducto Nord Stream 2, por donde tenía que llegar aún más gas barato? Silencio. Ni una palabra en esas 400 páginas. ¿Y de que EEUU, el gran patrón, salvador y padrino de la mafia occidental vende el gas a cuatro veces el precio que ofrecía Rusia y que por eso se ha llegado a esta situación? Nada por aquí, nada por allá…
Dicho esto, el tipo en cuestión pasa a enumerar las «grandes transformaciones» que tiene que acometer la UE para evitar la agonía en la que se encuentra.
Así, la primera es «acelerar la innovación y encontrar nuevos motores de crecimiento». El mago vuelve a hacer trucos porque ni una mención al papel de Alemania, que ha estado evitando -por aquello de la frugalidad- que los países se centrasen en su propio desarrollo en vez de seguir las imposiciones de Bruselas- porque, así, se beneficiaba de su modelo económico exportador (basado en la congelación de salarios, que esa es otra). Pero el buen hombre dice ahora:
La política europea no debería conducir a políticas de defensa de campeones nacionales que puedan sofocar la competencia y la innovación, o al uso de la represión salarial para reducir los costos relativos. La competitividad hoy está menos ligada al coste relativo de la mano de obra y más al conocimiento y las habilidades representadas por la fuerza laboral.
Durante años diciendo que los salarios tienen la culpa de la inflación y ahora resulta que no tienen tanta importancia. ¿Quién se ha comido a Maastricht? ¿Quién y por qué se destruyó y desmanteló la industria pública europea? Misterio, misterio. Nada por aquí, nada por allá…
La segunda es «reducir los elevados precios de la energía y al mismo tiempo continuar el proceso de descarbonización y transición hacia una economía circular».
A ver si lo entiendo bien: ¿no estará diciendo así, sin decirlo, que hay que volver a ser amiguitos de Rusia? Porque no hay otra forma de reducir los precios. Es más: ¿no estará diciendo así, sin decirlo, que hay que volver a ser amiguitos de China? Porque el zombi europeo carece de recursos energéticos propios e incluso en el sector de las energías alternativas, donde tenía una posición razonable, ha sido superada por China.
La tercera no podía faltar, y es «reaccionar ante un mundo geopolítico menos estable, en el que las dependencias se están convirtiendo en vulnerabilidades y ya no se puede confiar en otros sujetos para la seguridad».
Vaya por dios, a ver si la OTAN no va a ser tan buena como nos venden. Y ante al duda, lo que hay que hacer es volver a las colonias: «Para reducir sus vulnerabilidades, la UE debe desarrollar una verdadera ‘política económica exterior’ basada en la seguridad de los recursos críticos. A corto plazo, la UE debe implementar rápidamente la ley sobre materias primas críticas”.
Pero el zombi europeo no tiene, por lo tanto ¿a qué se está refiriendo? A África. Este es el continente que se considera el «patio trasero de Europa» porque ahí es donde están esas materias primas críticas tan codiciadas.
El mago miope lo que está haciendo es intentar reconstruir Europa y, con ello, extendiendo el acta de defunción de Maastricht. Pero han pasado 30 años. Y se ha demolido lo que se llamó «estado del bienestar» porque se impuso lo privado sobre lo público. Y él fue uno de sus artífices.
¿Ahora sale con esas, con una especie de keynesianismo ligero aunque con un toque colonial? Bueno, al menos está reconociendo el fracaso del neoliberalismo, aunque tampoco lo dice. Porque claro, de hacerlo, se estaría él mismo arrojando al abismo.
Para que todo esto sea posible hay que reformar todo, incluyendo la unanimidad de todos los países a la hora de adoptar decisiones y tiene que haber una «mayoría cualificada», que no identifica pero que no es difícil imaginar: los grandes se imponen, pero ahora, por voto. El fin definitivo de toda autonomía para los Estados (no digamos para esa sufrida ciudadanía que se cree lo cuentos de hadas del voto y eso).
¿Y esas reformas cuánto cuestan?, os preguntaréis. Pues este mago dice que 800.000 millones de euros «para competir con China y EEUU». Cada año. ¿De dónde van a salir? Id pensando. «O hacerlo o aceptar lentamente el dolor», dice el mago. Y todo se resume en una frase magistral:
«La energía depende de Rusia, el crecimiento (económico) y el comercio dependen de China y la defensa depende de Estados Unidos. Estas tres áreas están ahora sumidas en el caos o tienen problemas».
¿Por qué? Otro misterio, otro truco del mago. Nada por aquí, nada por allá…
Post basado en artículo del blog «El territorio del Lince»